Los retos del segundo mandato
JEAN-LOUIS DOUBLET
La impopularidad de Bush será un obstáculo para ciertos objetivos
Washington — El presidente George Bush iniciará su segundo mandato con numerosas cartas de triunfo en la mano, a pesar de que su imagen ante la opinión pública mundial sigue siendo mala.
Bush comenzará oficialmente su segundo mandato el 20 de enero con una mayoría reforzada de su Partido Republicano en el Congreso, un ambicioso programa de reformas y la esperanza de recomponer las degradadas relaciones con numerosos países amigos y aliados tradicionales.
Ya viajó a Sudamérica y a Canadá, y prometió visitar Europa tras el inicio de su segundo mandato, donde tiene programado llegar a Bruselas el 22 de febrero. Pero sus recientes desplazamientos a Chile y Canadá le permitieron constatar que su popularidad en el extranjero sigue siendo muy baja.
Bush sigue convencido de su capacidad de crear un movimiento democratizador en el Medio Oriente, gracias a las elecciones previstas para el 30 de enero en Irak, que según él, representarán "una gran derrota para los terroristas".
Asimismo, prometió dedicar todos sus esfuerzos a solucionar el conflicto israelo-palestino aprovechando las oportunidades surgidas tras la muerte de Yaser Arafat, el dirigente palestino con el que se negó a establecer contacto alguno durante su primer mandato.
La cargada agenda internacional se complementa con un programa de reformas internas también muy ambicioso: revisión del sistema impositivo, adopción de un programa de energía rechazado por el Congreso durante su primer mandato, entre otras, para lo cual necesitará un amplio respaldo legislativo.
Sin embargo, las cosas no parecen haber comenzado del todo bien con las dificultades interpuestas por algunos legisladores republicanos a la hora de abordar la reforma de los servicios de inteligencia, finalmente aprobada por el Congreso el 8 de diciembre.
La llegada en enero de nuevos congresistas republicanos puede, paradójicamente, complicar la tarea del presidente Bush. "Creo que eso hará las cosas un poco más difíciles", afirma Eric Davis, profesor de Ciencias Políticas del Middlebury College, en Vermont.
Señala que en enero ya no estarán varios antiguos senadores demócratas que habitualmente llegaban a acuerdos con los republicanos. "Fueron reemplazados por republicanos mucho más conservadores y el centro de gravedad del Partido Republicano en el Senado se desplazó a la derecha", destaca.
Bush se ha comprometido a colaborar con los demócratas para aprobar un programa de reformas, pero el desplazamiento de los republicanos hacia la derecha podrá obligar con frecuencia a Bush a hacer piruetas para lograr la mayoría necesaria. (AFP)
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