La frontera crea deudas de por vida
MARGGIANA SÁNCHEZ
Los coyotes, al llegar a EU, cobran a los inmigrantes una tarifa mayor que la pactada
houston — Consuelo Quiroz no temió por su vida meses atrás, cuando sufrió dos ataques al corazón, pero todavía se le pone la piel de gallina cuando recuerda la noche en que un coyote la ayudó a entrar a Estados Unidos hace siete años.
"Pensé que algo me pasaría. Me dio mucho miedo porque yo no la conocía, pero después me di cuenta de que yo no era la única; otras dos jóvenes venían conmigo", dijo.
Hace siete años, el coyote llamó al esposo de Consuelo a la taquería donde trabajaba para acordar el lugar y la hora de entrega de su esposa. Afortunadamente, no pidió más de los $700 acordados, recordó Quiroz.
Pero ella no tuvo la misma suerte cuando negoció el traslado de su hija mayor.
"Con el corazón en la mano firmé un papel para que pareciera que los que traían a mi hija, que en ese entonces tenía 11 años, eran sus padres; pero ellos quisieron cobrarnos más de $1,200, y fíjese que ellos eran familiares lejanos", aseguró Quiroz.
Por fortuna, la jornada de esta oriunda de San Luis Potosí tuvo un buen final. Pero éste no es el caso de otros inmigrantes, cuya única alternativa es endeudarse hasta el cuello con los traficantes de personas y aceptar contratos de esclavitud, porque al llegar les aumentan la suma acordada inicialmente.
Quiroz es una de los entre 6,000 y 8,000 inmigrantes indocumentados que llegan mensualmente al área de Houston, según la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE) en Texas.
"La prioridad de los coyotes no es la vida humana, sino el dinero", dijo Luisa Aquino, vocera de ICE.
Aquino explicó que una vez que la persona llega a un acuerdo para entrar ilegalmente en EU, su vida queda en manos de los coyotes o polleros.
En buena parte de los casos, los inmigrantes no pueden pagar la deuda a los traficantes porque se trata de cifras muy elevadas.
"Lo desafortunado de esto es que el coyote amenaza a los familiares si no le pagan la deuda", indicó Aquino.
Néstor Rodríguez, investigador de la Universidad de Houston, considera que muchas veces al establecerse el compromiso del pago entre el inmigrante y el coyote, se crea una relación de esclavitud cuando el inmigrante no tiene cómo pagar.
Para el académico, el problema está en que la gente que emigra sin dinero, conexiones sociales o la información adecuada, no le queda otra opción que depender del coyote.
"El patrón les presta dinero para que coman y beban un poco; de manera que siempre están endeudados, ya sea con el coyote o con el patrón", agregó Rodríguez.
Con el aumento de la vigilancia en la frontera, los coyotes se han agrupado y se han vuelto más violentos. Esto ha provocado a su vez que las redes de coyotes se trasladen a otros estados y se "maten entre sí para controlar nuevos territorios", dijo Aquino.
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