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GERMÁN GARCÍA |
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EFRÉN GUTIÉRREZ TRABAJA EN UNO DE LOS PUESTOS DE TACOS MÁS POPULARES DEL SUROESTE: JARRO CAFÉ. |
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Los tacos toman las calles
GUSTAVO RANGEL Y ROBERTO RAMOS
Aunque algunos taqueros dicen que la actividad es peligrosa, señalan que es un buen negocio
Los aromas que lanzan a las calles seducen e invitan a detenerse para calmar la tripa.
Ya sean de fajita, lengua, barbacoa o al pastor, los tacos en la calle ya se han ganado un lugar muy especial en Houston.
En el norte está el famoso camión del Taconazo, una de las taquerías ambulantes pioneras, que se reconoce por las largas filas, especialmente por la noche.
En el sur esta Jarro Café, que cuenta con unas salsas exquisitas capaces de hacer sudar al más valiente por si picor.
Hay cientos de taquerías ambulantes regadas por la ciudad, y así como dicen que como México no hay dos, en Houston tampoco hay dos tacos iguales: cada trailita —camioncito— tiene sabor propio.
La competencia del taco
Sin embargo, no todos están muy contentos con el taco callejero, especialmente los dueños de restaurantes.
"Como es más económico comprar unos tacos en la calle, a veces la gente prefiere eso a venir a un restaurante", dijo Letty Garza, propietaria del restaurante Siete Mares.
El negocio de taquero es sacrificado, pero puede ser relativamente lucrativo.
"Me toca trabajar como 15 horas al día, porque hay que preparar todo desde temprano", dijo Rodrigo Escalante. "Pero, si uno le echa ganas, pues puedes sacarle a esto, pero exige mucho sacrificio".
Para otros es un buen trabajo que pueden manejar a su manera.
Ese es el caso de Irma Rodríguez, propietaria de un negocio de tacos. Rodríguez lleva más de cinco años dedicándose a los tacos y le ha ido bien, cuenta.
Rodríguez puso su puesto en la Caroline Street, frente al consulado de México.
"Hace cinco años estaba unas cuadras más adelante, pero me corrieron de ahí que por mal aspecto, por eso me vine a mi terreno, de aquí no me pueden quitar", señaló.
Dijo que definitivamente el negocio le da para estar bien. Aseguró que cuando le va mal, sólo gana $450 al día, pero cuando hay un día bueno, gana hasta $2,000.
Rodríguez también asiste a las numerosas ferias que se organizan en la ciudad, porque —dice— ahí está el verdadero negocio.
Sin embargo, indicó que hay que tener en regla los permisos del Departamento de Salud, pagar una autorización que le cuesta $350 al año y mantener en buen estado el puesto de venta.
Según Luis Sandoval y Pedro Talamantes, ambos mexicanos, "para alguien hambreado el taco es más fácil de conseguir y de rápido consumo. Además, el precio es como para no pensarlo si se compara con otros alimentos al paso".
Los dos dijeron que por su trabajo —son vendedores— tienen que desplazarse por diferentes zonas y hacer una parada en un puesto de comida rápida, lo que les permite volver pronto a su actividad.
En la ciudad hay 929 unidades móviles o ambulantes inscritas en el Departamento de Salud y Servicios Humanos, indicó el portavoz Porfirio Villarreal.
La mayoría de las unidades son puestos de comida fijos o móviles, pero también incluyen a los vendedores de helados.
Villarreal indicó que en lo que va de este año han inscrito 221 negocios de este tipo, pero prácticamente cada año fiscal terminan con 900 y 1,000 unidades.
El funcionario dijo que para poder trabajar los comerciantes tienen que tener contrato con una bodega en la que puedan cambiar el agua para lavar los alimentos y asearse.
Por incumplir con los requisitos los vendedores pueden recibir multas que van desde $50 hasta $2,000, aunque el promedio es $600.
Pero a la par del éxito están los peligros de la calle, que a veces se tocan demasiado cerca, cuando los taqueros son víctimas de robos o de vándalos que les destrozan los puestos.
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