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LOLBÉ CORONA |
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JOSÉ GARCÍA, DE 83 AÑOS, ASEGURA QUE LOS AGRICULTORES DE BEXAR VIVEN SU MEJOR MOMENTO, PERO NO TODOS COINCIDEN CON ÉL. |
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El verdor de la cosecha no beneficia a todos por igual
LOLBÉ CORONA Y NICK PARKINSON
Unos aprovechan los programas del gobierno, otros no pueden competir
Las opiniones entre los agricultores de Bexar se dividen como la tierra en surcos. El campo reverdece, aseguran, pero no para todos.
Según algunos granjeros, con los programas de asistencia que les brindan las entidades federales han recuperado el terreno perdido.
Los informes del Departamento de Agricultura federal indican que en los últimos 15 años las zonas agrícolas han vuelto a poblarse y producir.
"Cuando hacíamos las cosas sin ayuda ganábamos poco y éramos menos los que nos dedicábamos a esta actividad", dijo José García, de 83 años, quien siembra forraje. "Ésta es nuestra mejor época".
"Cada vez son más los agricultores pequeños que van a los mercados y venden bien sus cosechas", dijo Andrés Vidauri, presidente del Tri County Farmers Market, una de las tres asociaciones de granjeros de Bexar.
Sin embargo, no todos piensan igual. Para Sonny Naegelin, presidente de la asociación de granjeros del sur de Texas, a pesar de los programas y financiamiento aún no pueden cantar victoria.
Por una parte, están en desventaja frente a sus competidores de Canadá y México porque éstos venden sus productos a un precio menor en las grandes cadenas comerciales.
"Los granjeros que venden en los mercados locales tienen oportunidad de recuperarse", dijo Naegelin, que produce cilantro. "Pero para los que queremos vender a granel, no siempre es negocio".
Según él, no pueden competir en precio ni en volumen.
Por otra parte, se suman factores como la escasez de mano de obra. El número de jornaleros va en declive.
"Mucha gente no quiere trabajar en el campo prefieren dedicarse a la construcción", dijo Vidauri.
Naegelin asegura que la situación es apremiante: en Pleasanton, donde está su granja, había 25 agricultores. Hoy sólo queda uno.
EXENCIÓN DE IMPUESTOS
Pero además de la competencia y la escasez de mano de obra, los granjeros enfrentan otros problemas.
Con la llegada de la planta de Toyota ha aumentado el precio de la tierra y se aceleró la expansión de la ciudad hacia terrenos que antes eran agrícolas.
Por lo tanto, aumentaron los impuestos sobre la propiedad, lo cual puede significar el fin de los granjeros que subsisten de la venta en los mercados y cuyos ingresos anuales no superan los $30,000.
Brian Hanson, director de la Agencia de Servicios para el Agricultor (FSA), dijo que los dueños de granjas no están solos en esta batalla. Algunas entidades, como la propia FSA, pueden apoyarlos.
"El Distrito de Tasación del condado evalúa la propiedad según la función de la granja", dijo Hanson. "La FSA tiene un registro de la actividad del granjero, que puede significarle una exención de impuestos, con lo que ahorra dinero".
Según la FSA, esta "exención agrícola" puede significar la diferencia entre pagar $800 en vez de $10,000 en impuestos al año.
La granja de José García tiene 110 acres y está en la zona sur. García lleva 40 años aprovechando los servicios que ofrece el gobierno federal.
Gracias a la exención agrícola, García paga $400 en impuestos al año por su propiedad. Además, a finales de 2004 la FSA cubrirá la mitad del costo de la preparación de un terreno para cultivo en su granja.
Pero la ayuda no está llegando a todos. En Bexar, la FSA tiene registrados a sólo 125 de los 2,600 granjeros que hay en total. Su objetivo es inscribir cien más cada año.
Y aunque al alivio tributario o compartir los gastos puede significar la salvación para algunos, otros tienen que hacer frente a los costos elevados del equipo necesario para trabajar la tierra.
"Hay agricultores que no quieren arrancar sus tractores para no gastar gasolina. Uno de estos vehículos puede usar hasta 90 galones diarios", dijo Hanson.
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