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AARON M. SPRECHER
EDUARDO CENTENO CON SUS HIJOS EDUARDO Y JAZMÍN, QUIENES VIVEN ALEJADOS DE SU MADRE DESDE HACE MÁS DE UN AÑO.
CIS no perdonó su vieja deuda con inmigración

GALIA GARCÍA-PALAFOX

La vida de los Centeno es otra desde que la madre fue arrestada en inmigración y deportada

HOUSTON — Por más que le explican lo que es una deportación, Jazmín sigue creyendo lo que su abuela le dijo un día al llegar de la escuela: "Tu mamá fue a El Salvador a estudiar".

El domingo pasado salió con su padre, su abuela y su hermano a comprar una lavadora para la casa nueva que están arreglando para "cuando mamá regrese".

Pero su padre, Eduardo Centeno, está a punto de perder las esperanzas, como ya perdió todos sus ahorros. Dice que ha querido hacer las cosas bien, pero la suerte e inmigración le dieron la espalda.

El primer revés fue en mayo de 2003, cuando Rosa Vilma no regresó a casa después de una cita en inmigración para su residencia. Eduardo es ciudadano de EU y Rosa Vilma tiene derecho a solicitar la residencia.

Sus suegros la esperaban en el estacionamiento, pero no llegó. Cuando la suegra, Matilde Centeno, fue a buscarla a inmigración, un guardia le dijo: "Yo sólo vi a una mujer que deportaron".

"Si me hubieran dicho esto, ¿yo cómo la iba a dejar ir?, ya estábamos tan cerca [de obtener la residencia], ya le habían tomado las huellas", dijo Centeno.

Rosa Vilma había pasado por alto una cita con un juez de inmigración años atrás pero no esperaba ser detenida. Ella y Eduardo pensaban que eso había quedado atrás, pero inmigración no olvida.

María Elena García, directora de asuntos públicos del Servicio de Inmigración y Ciudadanía (CIS) en Texas, comentó que los agentes tienen la obligación de avisar a la policía de inmigración.

"Algunas personas ni siquiera saben que tienen orden de deportación", dijo Wafa Abdin, abogada de inmigración del Centro Cabrini. "Nosotros les advertimos y muchos deciden no ir a inmigración".

Una semana después, Centeno vio por primera vez a su esposa en uniforme azul. El abogado propuso pedir un perdón de la sanción de 10 años sin entrar al país que se aplica a los deportados. A los dos meses, Rosa Vilma pidió que la enviaran a El Salvador. Al menos allá le podrían llevar a su bebé.

El proceso sigue su curso. Centeno ha gastado $15,000 en abogados y viajes a El Salvador por razones familiares.

En 2003 inmigración sólo emitió 12 perdones. Se otorgan por circunstancias familiares excepcionales y motivos humanitarios, dijo Manfred Rosenow, abogado de inmigración. "Es muy complejo, un abogado práctico no lo promueve".

Rosa Vilma no tiene alternativas: si regresa ilegalmente le esperan dos años de cárcel. Si siguen haciendo las cosas bien, sus hijos tendrán que esperarla varios años.

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